viernes, 22 de marzo de 2024

PASTOR HERIDO.

 

EL PASTOR HERIDO.

Pastor Angel Contreras.

 

“Hiere al pastor y serán dispersadas las ovejas” Zacarías 13.8

 

Había un pastor que cuidaba de un rebaño, aunque no era suyo, había aprendido a amarle como de su propiedad. Cada día llevaba el rebaño a las alturas de las montañas para que las ovejas comieran lo mejor de aquellos pastos. Cierto día cuando regresaban al redil de su amo, mientras pasaban por un bosque de pinos; una jauría de lobos le salió al encuentro tratando de arrebatarle las ovejas más pequeñas, entonces el pastor valientemente las defendió con su vara; Pero en la lucha el pastor salió gravemente herido de su costado derecho, a duras penas lograba mantenerse en pie. A causa de sus heridas, ya no pudo dirigir a las ovejas a su lugar y cayó a tierra inconsciente.

¡Algo curioso ocurrió! Las ovejas comenzaron a rodearle desde las más pequeñas hasta las más grandes, silenciosamente le guardaron por tres días y en las heladas noches con sus tibios cuerpecitos le daban el calor necesario; al termino del tercer día el pastor despertó débil y sediento, pero las ovejas recién paridas como sabiendo su necesidad, se le acercaban para que el con esfuerzo pudiera beber leche fresca.

 

Cuando pasaron ocho días el pastor ya había recobrado fuerzas, y esforzándose se puso en pie y agradeció a Dios por la ayuda prodigiosa a través de su rebaño. Luego aun un poco débil comenzó a llamar a sus ovejas y se pusieron en camino al redil.

Desde aquel día el pastor se esmeraba aun más en el rebaño, los amaba mucho más que antes en agradecimiento; pues las ovejas que él había protegido por tanto tiempo, esta vez le habían salvado la vida. Mirad cual amor nos ha dado el Padre… (Jn. 3.1)

Cada vez que extraviaba una oveja, una extrema angustia le invadía e iba por los prados, valles y montañas, hasta encontrarla. Si estaba en peligro de fieras luchaba contra ellas h   asta libertarla, si la encontraba enredada en algún zarzal, con su cayado la liberaba y la traía al redil.

Desde aquel día tanto las ovejas como el pastor aprendieron que el amor entre pastor y rebaño es recíproco, pues al que tú has defendido desinteresadamente, tarde o temprano podría salvarte la vida.

Pastor ESTO TENGO QUE DECIRTE: “No te apacientes a ti mismo, apacienta el rebaño, no esquiles a la débil, ni te comas la engordada.  Fortalece a la débil, cura a la enferma, venda la perniquebrada, vuelve al redil a la descarriada, busca a la perdida. No te enseñorees de tus ovejas con dureza y violencia” (Ez. 34.1-4).

 

¡Recuerda, cuida y defiende tus ovejas, puede que un día te salven la vida!